Curso De AcompañAnte Terapeutico Rio Cuarto 2019



curso de acompañante terapeutico en santiago del estero







Organiza: Programa de Salud y Trabajo (Centro de Salud Mental Comunitaria Mauricio Goldenberg, Departamento de Salud Comunitaria) de la UNLa. Objetivos del curso: Dotar al Acompañante terapéutico de conocimientos necesarios que le posibiliten efectuar acciones conjuntas con los profesionales en la labor de promoción, asistencia y rehabilitación, tendientes a mejorar la calidad de vida de los pacientes y su inserción social y laboral, ayudando a desarrollar en los mismos conductas participativas.


Instrumentar la formación del Acompañante Terapéutico (AT), determinando su función específica, brindándole asesoramiento técnico a fin de dotar al AT de los conocimientos precisos que le posibiliten efectuar acciones conjuntas con los profesionales en las tareas de promoción, asistencia y rehabilitación, tendientes a mejorar la calidad de vida, socialización e inserción laboral, colaborando en el desarrollo de conductas participativas del acompañado.


Al finalizar el plan de estudios, el acompañante terapéutico, estará capacitado para desempeñarse como co-partícipe con disciplinas como la siquiatría, neurología, psicología, terapia ocupacional, quinesiólogos, desarrollando su tarea tanto en el domicilio de pacientes, en la vía pública, como en instituciones públicas privadas tales como centros de salud, clínicas, viviendas, hogares, geriátricos e institutos de rehabilitación.


En nuestros días se desempeña como secretario de política energética y medio ambiente de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA) y como secretario general de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear (A.P.C.N.E.A.N.).


Nuestro curso desarrolla la formación del cursos de acompañante terapeutico titulo oficial acompañante terapéutico experto en rehabilitación neurológica y traumatológica. Operadores socios comunitarios en adicciones y personas con títulos de base, se efectuará en Salta el CURSO de FORMACIÓN ACOMPAÑANTES TERAPÉUTICOS, desde el mes de Agosto y a lo largo de un año.


El acompañamiento terapéutico supone la facilitación de la incorporación social de la gente que padecen un malestar psicológico, físico o relacional. Se transforma, entonces, en un servicio de acompañamiento sanitario y social.Los nuevos niveles socioeconómicos y políticos en la Argentina, sumados a los cambios epidemiológicos de el último período, provocaron transformaciones en las condiciones de vida y en la cotidianeidad de la comunidad y uno de esos cambios en especial son los métodos de enfermar de las personas, sin que por el momento se hayan revertido como corresponde las estrategias de respuesta en el sistema de salud para mitigarlos.No es que por el momento no hagan falta hospitales, ni medicamentos ni doctores, pero la actual prevalencia de padecimientos que están más vinculados con el comportamiento, tanto individual como social, nos expone una urgente revisión de conceptos y operatorias que rigen las prácticas en los servicios de salud.Las anomalías de la salud crónico-degenerativas, como también los incidentes traumáticos y de violencia de diferente clase, sumados a la más grande supervivencia de pacientes con grandes déficits psicofísicos, han aumentado los índices de discapacidad, dejando a una cantidad enorme de personas limitadas para enfrentar sus ocupaciones corrientes, tanto las similares con la vida productiva como la social.La discapacidad, de acuerdo con la categorización en todo el mundo del desempeño, de la Discapacidad y de la Salud (OMS) es un término genérico que abarca deficiencias, limitaciones de la actividad y restricciones a la participación.La persona con limitaciones físicas, sensoriales o mentales sufre la discapacidad no por los males en sí mismos, sino como producto de sus derivaciones, oséa, por la exclusión de oportunidades educativas, laborales y de los servicios públicos que estas últimas desarrollan y son esas condiciones de aislamiento las que el sistema todavía no consigue cambiar.En la Argentina, de acuerdo con el último Censo 2010, el 12.9% de la población tiene alguna discapacidad, lo que implica más de 5 millones de personas, de las cuales el 11.7% son menores de 15 años y el 48.5% está entre 15 y 64 años, es decir, compromete a la población más joven.Visto desde una perspectiva económica, el aumento de la discapacidad y de la expectativa de vida y la disminución de la tasa bruta de mortalidad causan un incremento en el índice de dependencia (proporción de población no económicamente activa con respecto a la población económicamente activa), lo que significa un aumento de la cantidad de personas pasivas cuyos beneficios sociales deben ser provistos por la población activa. por lo tanto, esto justifica ampliamente las necesidades de reformulación de los servicios y las formas de atención con prácticas, diferenciadas, menos complicadas, menos costosas y más oportunas.Por otro lado, la circunstancia se complica todavía más si sumamos las cuestiones de salud-enfermedad asociadas con una cultura de hiperconsumo que originan, ajeno de las sustancias involucradas, ocasiones de riesgo sobreagregadas.En ese marco, el sistema de salud en la Argentina, que sigue siendo fragmentado y pensado para la utilización desmedida de la alta dificultad y tecnología (entendida como aparatología) enfocada, ordena a un replanteo sobre la formación, el desarrollo y la potencialidad de los equipos de salud.Tanto el financiamiento como el aspecto formativo han conspirado con la esencia misma del arte de sanar, que es proteger (origen etimológico de la palabra medicina, cuyo significado es: curar, aliviar, cuidar), figura que debe ser recuperada en todas las instancias y los principios de las nuevas modalidades de actuación.Lo “mental” y lo “no mental” del acompañamientoEl acompañamiento terapéutico constituye, para algunos, un dispositivo y para otros, una función y tiene su origen hace décadas en el campo de la salud psicológica, desde la publicación, en 1947, de un libro de la Dra. M. A. Sechehaye –una terapeuta suiza– que otorga cuenta de una de las primeras vivencias en esta clase de abordaje.Podríamos garantizar que, aun hoy, el acompañante terapéutico (AT) sigue íntimamente relacionado con dos cuestiones principales: por un lado, con el criterio psi del acompañamiento, y por otro lado, como la práctica situada en relación con la medicina privada.Posicionados en una visión integral e integradora de la salud y a pesar, como dice Mías(2008), de los acuerdos existentes respecto de la indivisibilidad de la salud del individuo, en la práctica todavía resulta complicado la aplicabilidad de estos conceptos, más allá de que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV (DSM-IV) mencione como anacrónica la distinción entre trastornos mentales y físicos, (American Psychiatric Association, 1995). Para revertir dichas situaciones, el AT requiere de un más grande afianzamiento como integrante del conjunto de salud, posicionarse como mediador que suma la cotidianeidad del tolerante y acerca las distancias que comunmente hay entre la persona que padece y la institución responsable de la atención.Pero eso necesita una nueva visión de lo que implica institución, aceptando que el hacer además edifica institucionalidad, reconociendo que los equipos de trabajo articulados, y no sólo el hospital o los centros de salud, son instituciones. suponer la institucionalidad nos obligaría a la cita de numerosos pensadores y académicos, pero tomamos el planteamiento de Castoriadis (1998) que afirma: “entiendo por institución normas, valores, lenguaje, utilidades, métodos y procedimientos de llevar a cabo frente a las cosas y de llevar a cabo las cosas…” y sigue: “aquello que mantiene unida a la sociedad es una institución.”De esa forma, el AT se irá instituyendo en el sistema de salud a partir del propio ejercicio, pero sabiendo que se es acompañante sólo acompañando.En instantes en los que las instituciones no sólo sanitarias sino educativas, jurídicas y sociales, por ejemplo, han naturalizado funcionamientos expulsivos, el AT puede facilitar una comunicación más directa con la persona padeciente, la familia y el equipo tratante, además de facilitar la territorialización de la atención. Territorializar no remite sólo a territorio sector geográfica donde hay que intervenir, sino además, y principalmente, a territorio área relacional. oséa, como expone Chiara (2011): “supone distintos modos de apropiación del territorio, que se ponen también en juego en la creación de la composición sanitaria”.Dicha acción comporta la oportunidad de una apertura de las instituciones nombradas a realidades y dinámicas sociales complejas, frecuentemente desconocidas por el desempeño endogámico en que se cayó.Pero para profundizar dicho proceso, la formación y la actividad de los agentes tienen que escaparse de las viejas prácticas y los modelos ideológicos dogmáticos, evitando quedar atrapados en el mismo funcionamiento; ello piensa un profundo enfrentamiento en todos los espacios formativos y de gestión, que interpele además la voluntad de todo el conjunto de salud para diluir probables resistencias.Visto desde una perspectiva integradora de la salud, el AT es entonces un trabajador sanitario, capacitado para proteger, aliviar en diferentes situaciones y padecimientos, ya sean psíquicos, físicos, sociales o educativos, a modo de gadget preventivo. El acompañante, en estos términos, será un nuevo integrante del conjunto de salud pública complementario, facilitador y promotor en la tarea de reforma del modelo de atención. Un modelo de atención que, además, pone en peligro al propio sistema por lo desgastado y poco efectivo.El AT supone, en ese marco, facilitar la inclusión popular de las personas que padecen un malestar psicológico, físico o relacional y pensar la salud sin un territorio particular. Se transforma, entonces, en un servicio de apoyo sanitario y social, pero de modo vivencial y no interpretativo, con potencialidad de promover capacidades remanentes y crear redes solidarias de contención para lo cual poner el cuerpo es su herramienta primordial.


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